domingo, octubre 22, 2006

Momento gracioso/triste

Son las 4:01 a:m... tengo que estar vivo entre 6:30 -7:00 a.m y me pregunto si es viable dormir o mejor me quedo despierto. Sin embargo, antes de tomar cualquier desición, debo escribir sobre la choteada más graciosa que me han hecho jamás (no se exáctamente por qué fue graciosa, pero en el momento me maté de risa interiormente por lo triste que resultaba y no pude decir una sola palabra).

(Los nombres reales de las personas involucradas han sido cambiados para proteger sus identidades)

Cumpleañera: Ya chicas, vamos a bailar
Chotera y Chatita: ¡Ya, vamos!
Alka: ¡Chotera espera!
(Chotera voltea)
Alka: ¿Quieres bailar conmigo?
(Chotera sonrie)
Chotera: Ay si porfis, guardame la cartera...
Alka: .... ya normal.
(Risa interior en la cabeza de Alka, seguida por la necesidad de postear esto al llegar a casa)

Fin

domingo, octubre 01, 2006

Figuras sesión 1

Mi hogar está compuesto de sombras.

Trato de moverme, de abrirme camino a través de ellas pues, aunque nunca lo he visto, siento que más allá existe aquello que tanto anhelo. Entre las telas de oscuridad logro distinguir una luz.

Es preciosa pero no puedo soportar su intensidad, y sin darme cuenta vuelvo a cubrirme de sombras para protegerme. Mi hogar es una prisión de la que yo mismo no me dejo salir. Soy un cobarde.

Pero la luz es hermosa, deseo volver a verla con todas mis fuerzas. Tengo miedo de salir de mi caja de sombras, en la cual me he escondido por tanto tiempo. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en ella. Debo verla nuevamente. Y lo hago. Y me acerco. Y trato de tocarla.

Y la destruyo.

Sin saber que hacer, sin entender lo que sucedió, regreso a las sombras y lloro pues es mi culpa que aquella luz se haya extinguido para siempre. La maté y no comprendo cómo. Lagrimas van formando un pequeño charco. Sediento de tanto llorar, no me queda más que beber mis lágrimas para calmar la sed.

No tengo idea de cuanto tiempo paso entre las sombras, pero presiento que es mucho, y entonces vuelvo a sentir que hay algo fuera de este lugar esperando a que lo encuentre, algo valioso y que secretamente deseo. Voy en busca de aquello que no conozco.

Busco y busco y finalmente encuentro algo que jamás he visto. Existe una salida que lleva a otro mundo. En aquel lugar existen otros que se parecen a mí, y viven todos juntos en un hogar sin sombras. Hay una ventana y por ella trato de distinguir algo.

Ahí está, aquello es lo que busco.

Esta vez no es simplemente una luz, puedo distinguir su forma. Es como yo, pero su figura es hermosa y está rodeada por un aura de pureza. Quiero acercarme, pero tengo miedo pues no quiero que suceda lo mismo de nuevo. Así que me escondo y observo. Encuentro el lugar ideal, un espacio cubierto con sombras. Dentro encuentro muchas cosas. Una de ellas me llama la atención pues refleja la luz de fuera. Entonces me doy cuenta de la naturaleza de aquel objeto; dibuja la forma de aquellos que vienen a saludarlo. Y cuando hace lo mismo conmigo, me veo.

Soy un monstruo.

Mi cuerpo no es como el de los demás, es desagradable, es indeseable, es intocable. Hay hojas metálicas que crecen de mi cuerpo, y cortan todo lo que toco. Triste, pierdo toda esperanza de ser aceptado por aquella preciosa entidad que ocupa mis pensamientos y empiezo a caminar de vuelta a mi hogar del que, pienso entonces, nunca debí salir. Pero algo se me cruza en el camino y no me deja seguir.

Es ella. Se acerca hacia mí. Estoy quieto, no debo moverme pues podría asustarla. Soy horrible pero parece no importarle. Sonríe. Me toca. Me abraza. Me siento en el paraíso. No quiero perderla de la misma forma en que perdí aquella luz, pero aquel metal es parte de mí. Entonces hago lo único que se me ocurre: entierro las hojas en mi propia carne.

Sangro, pero no me importa. Las heridas parecen no ser graves y bien las valen pues lo que tengo en frente vale más que todo aquello que el mundo me ha mostrado que existe hasta ahora. El sufrimiento es lo de menos para mí, solo quiero quedarme aquí con ella.

Pero fui tonto, las hojas si la cortan.

Estas navajas no solo cortan la carne. Cortan a través del alma de los demás, igual que cortaron a través de la suya. Mis heridas fueron sus heridas. Después de un tiempo no lo soportó más y, aunque hizo lo posible por sobrevivir, un día su aliento se desvaneció para siempre. Estoy nuevamente solo, desprotegido. Tejo sombras a mí alrededor para protegerme.

Soy el corazón de Alka, un órgano de dolor. Una válvula de sentimientos que cortan la carne y el alma de quienes amo. De mi cuerpo crecen navajas que no me dejan dar amor ni recibirlo. Solo quiero dar, pero mi toque resulta letal para otros. Quiero odiarlo todo pero no puedo, estoy lleno de amor para el resto. Me odio a mí mismo porque por naturaleza soy incapaz de darlo.

Estoy desesperado. He de hacer algo. Morir. Vivir...

He de vivir.

Así que escojo el cuchillo más largo. Y corto. Uno por uno los trozos van cayendo. Estoy mutilado. Sangro. Pero estoy vivo. Mi piel ya no cortará más... salvo por esa única navaja que me acompañará para siempre, pues la naturaleza de los seres no puede ser alterada. Soy un órgano de dolor, siempre lo seré.

Pero ahora he de tratar de hacer algo más. He de dar amor, he de buscar la luz y tomarla entre mis brazos, hacerla mía por mis propios medios. He de vivir, dar vida y no muerte. Dar amor y no odio. En el mundo hay miles de seres que he de descubrir. Quiero ver el lado hermoso de todos ellos. Quiero conocerlos. Y en especial, quiero encontrar aquel sentimiento de nuevo. Y esta vez será diferente.

Aún tengo un cuchillo.

Pero nunca más has de ser, arma mía, un simple instrumento destructor de sentimientos, destajador de seres. Yo te poseo. Serás mi sostén, me ayudaras a dar, a proteger, a recordarme quién soy.

Soy el corazón de Alka, un órgano de dolor, pero también de amor. Tengo un arma que corta a través de la carne y el alma, la cual será mi bastón para caminar por el nuevo sendero y proteger a quien lo necesite, incluyéndome. Tengo un anhelo. Quiero encontrar eso que busco. No importa el tiempo. Ni la distancia. Seguiré adelante. Las sombras han quedado atrás, pero sé como tejerlas. Me conozco, querré tejerlas con seguridad. Pero he de ser fuerte. Las cortaré cuantas veces sea necesario y seguiré.