viernes, abril 20, 2007

El ataque de las monjitas asesinas


1, 2, 3.... 24 monjitas en un lapso de dos horas de andar por cualquier lado, y eso que fueron sólo las que conté luego de percatarme de la anomalía, todas vestidas se sectarias con esas cosas cláramente satánicas que llevan en la cabeza... yo no recuerdo haberme topado nunca con tantas en tan corto tiempo. ¿Será que la población monjil está en aumento?.... Naaaa... seguro planean algo... con esas caras de buena gente, todas serviciales y conversando en código (disque sobre labor social y dios, pero estoy convencido de que cada que dicen "ayudar" es "matar" o algún tipo de verbo que se refiera a hacer daño brutal al indefenso). Cuando menos nos lo esperemos seguro se levantarán, y sacarán de debajo de sus "protectores craneales" algún tipo de arma letal... si....

Dejando la broma de lado, si me da curiosidad algo que me recalcaron ahora en el micro y es que las monjitas estas parecen estar siendo afectadas también por los discursos de liberación femenina. Para empezar, usan faldas más cortas... si, les llegan hasta unos centímetros más arriba del tobillo, no es la revolución encarnada, pero yo no recordaba que fuesen "tan cortas". Otros datos: el calzado. ¿Dónde se ha visto antes una monjita por la calle con tacos y/o plataformas? Hoy vi dos y tengo testigos de al menos una más. También, ¿cómo es que van por ahi con una determinación quasi-empresarial en el rostro y cargan maletines que dicen "llevo una laptop" por todos lados? Y una cosa más, probablemente la más trastornante: ¿¿¿desde cuando tienen celulares más cheveres que el mío????... Aunque cualquiera le pasa por encima a la estafa tecnológica que es mi celular...

martes, abril 17, 2007

Re: Carta a un ser inexistente

Estimada Existencia Hipotética Extraterrena:

Nuevamente me encuentro aquí escribiendole a un mero concepto imaginario, y lo peor es que aparentemente me es imposible hacerlo en buenos términos. Yo pienso, debes estar en un momento dificil seguramente, aunque es debatible si es que puedes tener problemas al, tu sabes, no exisitir, pero esos son detalles sobre los cuales prefiero no preocuparme. En vez de eso, prefiero llamar tu atención sobre la especial dedicación que estás teniendo para conmigo. No es que no quiera valorar que me tomes en cuenta dentro del rango de gente por la cual te preocupas pero digamos que preferiría que al menos me buscases para otras cosas que no sean molestarme en los momentos menos apropiados.

Como ayer por ejemplo, cuando le metiste ideas a cierto profesor y lo incitaste a que trasgrediese brutalmente lo que tomamos por lógico y ético. Eso no estuvo bien. Claro, ya se solucionó, pero me pusiste en una situación muy dificil que no esperaba y hubiese preferido ser invisible (o imaginario, como tú) para no tener que enredarme en ese lío. Pero lo peor fue cuando descubriste ante mi tus poderes de trasmutación... esa si que fué una mala jugada. No se qué fue peor, si el hecho de que te asomabas constantemente por el lado de la pared, que hayas estado abriendo y cerrando la puerta en un ademán que claramente decía "ya lárgate", o el hecho de que verdaderamente me estabas mirando a la cara y muriendote de la risa mientras lo hacias. No sirve de nada negar la responsabilidad de tus actos; aunque sepa que no existe, sé a la vez que fuiste tu el causante de todo esto.

Sin embargo, nuevamente he de perdonarte... por qué, no lo sé, tal vez porque me resulta dificil estar molesto con alguien que no ocupa el más mínimo lugar en el espacio o porque sólo hago esto para pasar el rato, escapar de algunas responsabilidades y de paso pasarle a otro las causas de mis problemas diarios, pero el punto es que lo haré. Aunque sé que es casi imposible, tengo que decir que espero que esta sea la última vez que pasa algo así. Sin más que decir, me despido ya que debo volver a la realidad en donde ambos sabemos que todo este problema no tiene el más absoluto sentido.

Alka

martes, abril 10, 2007

Oye, escucha


Me parece que hay un capitulo de Duckman en el que se dan cuenta que hay que resolver los problemas pequeños en vez de los grandes y llegan a una especie de paraiso utópico. Me viene a la mente siempre porque por lo general yo también creo que es vital resolver los problemas pequeños que aparecen en la vida cotidiana ya que es a partir de ese momento en que solucionar el resto de problemas de escala mayor se vuelve posible.

Si lo pequeño es tan (o a veces más) importante que lo grande a nivel de problemas, la misma lógica se puede aplicar para otras cosas. Lo que me lleva al caso concreto del que quería hablar, que es el de la habilidad para escuchar a las personas.

Si de algo me puedo jactar es que se escuchar y tengo paciencia, nada más sobresale del conjunto de mis destrezas. A mi siempre me pareció que ambas eran cosas de poco valor, que se perdían dentro del amplio rango de super-habilidades como calcular el diámetro de la tierra mentalmente, memorizar toda la biblia, escalar montañas con una sola mano, poder levantar un auto, o yo que se, todo eso que sabe hacer el resto del mundo y para lo que no soy muy bueno que digamos. Pero a cada rato se me confirma lo contrario, es decir, resulta que por algún motivo la sociedad humana ha sobrevalorizado el valor de poder escuchar lo que el resto dice. Por algo será.

Se me hace irónico que estando en plena revolución de las telecomunicaciones, yo aquí sentadito en un rincón encontrandome a veces medio solo, sienta que toda esa masa de gente que está cada vez más interconectada y con menos cables de por medio está desesperada por conseguir un oido amigo que les preste si quiera unos minutos de atención. No lo consiguen, supongo, y es tal vez por eso que las telecomunicaciones avanzan al ritmo que lo hacen, los servicios de hot-lines siguen vivos y los robots ponjas cada vez entienden más cosas (luego escribiré sobre Papero, mi robot más favorito de toda la historia); a falta de humanos que lo hagan eficientemente, vamos a hacer lo mismo de siempre: construir máquinas que lo hagan mejor que nosotros y que eventualmente nos reemplazarán por completo.

Yo digo, ¿qué tan dificil es sentarte un ratito a prestarle atención a un problema ajeno? A mi la verdad no me cuadra, si es algo elemental, pero será por eso que tampoco me doy siempre cuenta del valor que otros le asignan a tal habilidad. Pensando en concreto, ¿qué se necesita para poder escuchar a otro? Se me ocurre una pequeña lista de cosas que se pueden conseguir facilmente en la cocina del hogar o en uno mismo (a lo Beakman):

  • Un par de oidos, de preferencia bien limpios para mejorar la recepción, aunque también funciona si es que solo se tiene uno y está medio cochinito.
  • Un espacio y un tiempo, que son bien faciles de conseguir. Está el viaje en micro, caminar hasta la maquinita de café, por dios, las llamadas por teléfono, siempre hay tiempo y espacio.
  • La habilidad para comunicarse, la cual se aprende casí sin que uno se dé cuenta. Eso y entender el idioma del hablante, que puede ser un poco más dificil, aunque para eso también existe el lenguaje corporal que mal que bien es casi igual en todos lados.
Esos serían los ingredientes más básicos para poder escuchar... o en realidad eso nos sirve para oir, transmitir, etc. Mmm, supongo que entonces los ingredientes principales son dos y ya son de índole más complicada: voluntad y la capacidad de comprometerse.

Voluntad, porque para poder escuchar a la persona tienes que querer hacerlo. Así tan elemental como suena, esto es algo que se aplica a todo y que muchos, MUCHOS, no entienden, por eso estudian carreras que no quieren, hacen cosas que no quieren, usan ropa que no quieren y se comportan de formas que no les parecen sólo para no tener que hacer el esfuerzo que requiere pararse uno mismo y decir "esto quiero hacer y lo hago".

La capacidad de comprometerse, porque escuchar no es simplente sentarte ahí a que las palabras que el otro dice te entren por los oidos y den vueltas alegremente en tu cabeza, no. Cuando se escucha, se establece un compromiso con la otra persona y los problemas ajenos se hacen propios, al menos por un momento. Es probablemente esta capacidad para transformarte por unos momentos en portador de parte de los problemas ajenos y alivianar la carga para que el otro pueda trabajarlos, en donde reside el valor que veo que se le está otorgando al poder escuchar. Hoy en día está de moda no hacer nada que no sea en nuestro favor. ¿Qué me voy a poner a escuchar a alguien si ni tiempo tengo yo para mis cosas?

Entonces, de vuelta a lo que decía inicialmente, para resolver los problemas grandes que aquejan al mundo de hoy que se nos está yendo rápidamente al diablo, es preciso que aprendamos a escucharnos mutuamente. Es, pienso yo, el primer paso para un mundo más simpático (en donde el servicio no esté tan demandado).

viernes, abril 06, 2007

Carta a un ser inexistente

Estimada Existencia Hipotética Extraterrena:

Comprendo que, siendo tu existencia una mera probabilidad y encontrandote por ello en una suerte de limbo espacial, debes estar bien aburrida. La vida no ha sido justa contigo al no definirte como un ser 100% real sino compuesto por el signo. Sin embargo, mi estimadísima entidad, que todo esto te suceda justo a tí no es razón suficiente para buscar desfogar tus frustraciones en otras personas (en este caso, en mí). Aunque sé que no estoy en la posición de pedirte nada, sobre todo porque no creo en tí (mas parece que tu si en mí), quisiera que por favor al menos te limitases a usar tu poder cósmico para alterar el orden del universo aquellos días en los que estoy tirado en mi cama aburrido porque no pasa nada. Espero tomes en consideración esta petición que te hace un humilde servidor que no cree en todo este rollo pero que ya está cansado de que a pesar de eso lo sigan alterando. Sin más que decir, me despido y espero que la próxima vez que nos comuniquemos sea en términos de amistad.

Atentamente

Alka

miércoles, abril 04, 2007

Contra-Corriente

Advertencia: Este cuento fue escrito de un sólo tirón. No he corregido absolutamente nada ni pretendo hacerlo, por lo que es posible que no se entienda nada o se entienda cualquier cosa. En todo caso, esa es parte de la idea, no? Ahi va:


De pronto, el timbre puso fin a mi sueño de galaxias lejanas y seres fantásticos para regresarme a una velocidad imposible hasta mi punto de partida, la última hora de clases del día, lo cual marcaba el fin de un problema y el comienzo del siguiente, más concretamente el juego de la supervivencia del más fuerte en el hogar dulce hogar (donde yo soy el débil). Mi vida siempre ha sido así, un saltar de problema en problema como una rana que va de lirio en lirio. Supongo que ya me he acostumbrado pues no me quejo, lo encuentro hasta natural.

Guardo mis cosas en la mochila, veo a mi alrededor; mis compañeros hablan entre ellos, se hacen y deshacen grupos, se habla de planes, de ideas, de cosas divertidas que sucedieron o que planean hacer pero ninguna de estas me incluye. A esta hora siempre guardo la tonta esperanza de que de pronto alguien recuerde que sigo ahí y que estoy escuchando, miro a todos lados pero nadie voltea. No importa, será igual que el día anterior y la semana pasada y la anterior a esa, pienso yo. Me pongo la mochila a la espalda y salgo del salón de clases siendo un grano de arena más perdido en el universo. Siete, ocho, nueve…. dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno; siempre cuento los escalones que hay entre el segundo y el primer piso, como para revisar si un día aparece mágicamente uno de más o de menos, pero hasta ahora siempre han sido veintiuno. Salgo del edificio y cruzo con cuidado la pista, aunque la verdad es que casi no pasan carros, pero uno nunca sabe y es mejor ser cuidadoso.

Es aquí en donde llega la parte más emocionante de mis días rutinarios, que es el regreso en bus hasta mi casa; voy a un colegio lejano porque mi madre es pariente del director y nos cobra una pensión barata así que el viaje siempre es largo y da lugar a que suceda toda clase de cosas entre fantásticas y extrañas, como la vez en que pasamos a toda velocidad por un rompemuelles y me pareció que el carro volaba hasta la estratósfera, siendo el reingreso a la atmosfera terrestre tan violento que muchos de los que iban parados salieron volando; o aquella vez en que un monstruo disfrazado de hombre devoraba por entre las piernas con un tentáculo que, supongo, debía ser una especie de boca, el interior de una joven que iba parada por lo lleno que andaba el bus y la pobre debe haber sufrido mucho porque luego de que llegó la parada del monstruo, vi como la joven se tambaleaba y unas lágrimas corrían por sus mejillas, aunque ahora que lo pienso en ningún momento hiso ruido alguno por lo que en realidad debe haber quedado medio muerta luego de semejante ataque.

Sin embargo, la verdad es que lo más divertido para mí es ver a las personas que viajan junto conmigo. Todos los días me siento bien atrás para poder observarlos a todos y ver qué sucede; me fascina la idea de inventarles una personalidad y hacerlos jugar en mi imaginación, ponerlos en todo tipo de situaciones, inventar sus vidas, deseos, tristezas que han tenido o tendrán usando siempre como nexo temporal aquella porción de tiempo que es el viaje en mi bus.

Este último viaje estaba siendo un tanto aburrido; poca gente, inusual para ser un miércoles en hora punta, y poco material interesante. Desde mi asiento, podía distinguir a una ancianita sentada cerca la puerta la cual venía de una visita del medico en la que le habían dado la noticia de que no le quedaba mucho tiempo de vida. En los días siguientes, se dedicaría a ver fotos antiguas, tratando de revivir el pasado, y soñar con aquellos deseos que nunca pudo realizar y se perderán en la inmensa memoria del tiempo cuando haya de morir 3 meses y 5 días a partir de hoy. Delante de ella, el cobrador, el cual ganaría la lotería del fin de semana y llevaría a vivir a toda su familia fuera del país, con las justas tenía ánimos para gritar los múltiples destinos de nuestro navío por tan pocos potenciales pasajeros que se encontraban aquel día por esa ruta. No me importaba mucho el estudiante que andaba leyendo un libro que lo hará llorar por identificarse con el protagonista, por más campeón de karate y excelente estudiante que pueda haber sido de niño; una persona que no busca cumplir sus sueños no me resulta interesante. Tampoco me llamaba la atención la mujer de veintiocho años (que decía a todo mundo que tenía veintitrés, por más que los años se le empiezan a notar encima) sentada dos asientos delante de mí, ya que su vida era sin lugar a dudas una de esas que mi mamá dice que no nos importan a nosotros los niños. Impaciente, me pegué a la ventana derecha y me asomé para ver si alguien interesante pretendía tomar el bus. Entonces…

…Entonces ella dijo algo que no quise escuchar pero que estoy seguro que tendría que ver con que si había hecho esto u aquello y que le diera dinero para tal o cual gasto. Mecánicamente deje algunos billetes sobre la mesa, terminé mi café, me despedí secamente y salí del departamento. Estas mañanas se han vuelto tan comunes en mi vida; todos los días me pregunto qué fue de la persona amable y amorosa con la que me había casado 5 años atrás, pero no encuentro la respuesta.

Me detuve un momento en la puerta del edificio y tomé un poco de aire. La polución está cada día peor. Igual que mi matrimonio. Saco las llaves del auto de mi bolsillo pero tengo muchas y siempre tardo en encontrar la correcta. Antes todo era felicidad entre nosotros, por lo menos hasta que nos casamos, ella era todo lo que yo siempre había soñado. Abro la puerta, me acomodo dentro y trato de encender el auto pero la batería parece estar muerta porque por más que lo intento no logró ponerlo a andar. Luego de que nos casamos, ella descubrió ese lado suyo que yo desconocía y mandó todas mis expectativas al diablo. Abrí el capó para darle una ojeada por si las moscas, tal vez podría resolver el problema yo mismo. De la misma forma había pensado en aquel entonces, cuando aún tenía esperanzas de que se pudieran solucionar las diferencias, pero ella había cambiado a tal velocidad y en tal medida que finalmente me fue imposible y dos años atrás me resigné a que esperaría a que se compusiese sola. No, el carro no anda, mejor tomar un bus para ir al trabajo. Pensar en el divorcio era algo que evitaba con todas mis fuerzas; prefería estar mal acompañado a quedarme sólo y aparte, aunque casi apagado, guardaba aún un pequeñísimo retazo de esperanza de que tal vez las cosas podrían mejorar y volviésemos a ser una pareja feliz.

Por suerte, el bus pasa rápido, calculo que serán unos 20 minutos de viaje hasta la oficina, así que me relajo por un momento y veo por la ventana. Veo mucha gente que como yo está saliendo a ganar el pan, que si no nadie sale de su casa, aunque la verdad es que, secretamente claro, yo siento que trabajaría aun si no me pagasen nada. Mi trabajo es muy gratificante, y actualmente con los problemas en casa, siento que se ha convertido en una de esas cosas que dan sentido a mi vida; saber que formo parte de un equipo y que mis acciones traen bien a los demás es de las mejores sensaciones que puede haber en este mundo. Miro al cielo, está un poco gris pero puedo distinguir algunos espacios por donde se ve claramente el azul característico. Veo los árboles y a los animales que van surgiendo por el camino, y por más que esta es una de mis rutas habituales, siento que jamás me hubiese percatado antes de su existencia; supongo que no tener que mantener los cinco sentidos en la pista me vuelve más sensible a lo que sucede a mi alrededor. Tal vez ese fue el problema, que estaba tan concentrado en un solo aspecto de ella que no me percaté del resto. En fin, ya es tarde para eso, pienso, y sigo mirando el paisaje.

En el trabajo no me va bien hoy. Todo me sale mal, y las actividades que normalmente debería disfrutar se vuelven tediosas y frustrantes. Podría tomarlo como una señal de la vida queriéndome decir que se avecinan tiempos aun peores; siempre me han dicho que no hay límites para lo mal que se puede llegar a estar, no así con lo bueno porque llega un momento en que estás satisfecho y el resto simplemente no es registrado por tu mente. En cambio, el sufrimiento no tiene tope, sólo la muerte puede liberar a un ser humano que desciende por el espiral de la desgracia, y eso si es que quitarse la vida no te lleva a una realidad peor como nos dicen algunos. Maldito día, no lo soporto, tengo que salir de este lugar, siendo que todo lo que hubiese hecho hasta el día de hoy no hubiese valido nada y me siento más incomprendido que en ningún momento de mi vida. Toco la puerta al jefe y le digo que me siento pésimo y debo ir al hospital. Me dan permiso ya que el jefe no sabe que no puedo ir a que me vean pues todavía no hay médicos para el alma.

Al salir de la oficina veo a muchos jóvenes que salen de clases. Cómo me gustaría ser tan joven como ellos, sin ninguna preocupación en la vida. Ser niño es vivir en un mundo fantástico lleno de diversión, amigos, o al menos así lo fue para mí. Pero sobre todo, es ser espontaneo, una cualidad que me he dado cuenta que he ido perdiendo con el tiempo. Ella definitivamente la perdió hace años y estoy yendo por el mismo camino. Me espanto y para olvidar aquella sensación, camino un poco por las calles tratando de encontrar cierta paz en el paisaje (objetivo poco más que difícil de alcanzar en la ciudad, pero hacer el intento es lo que vale, pienso yo). Eventualmente me doy cuenta de que he estado caminando en dirección opuesta a casa, así que me dirijo hacia la siguiente parada de bus más cercana y espero. Es raro, porque a pesar de la hora, solo hay una persona más junto a mí esperando al bus, pero la verdad es que no me importa ahora mismo cuanta gente haya, he sido atrapado por la burbuja de mis propios problemas y ya no puedo distinguir los matices del mundo.

Diez minutos después seguimos siendo solo dos. Me intriga un poco levantar la mirada y ver quien es esta otra persona que tiene un destino al que necesita llegar pero por alguna razón no me muevo. Llega el bus y se abren sus puertas. Es recién ahí en donde me percato de…

... De que aun no he escrito la carta que se suele escribir en estas situaciones, total, no todos los días una se suicida. Parece tan simple pero hay un montón de cosas por hacer, como la bendita carta, y ahora a quién se la dirijo, y no encuentro con qué escribir, tendrá que ser con el labial, ah, tampoco hay papel pero creo que no voy a ofender a nadie si lo escribo detrás de esa propaganda que me dieron hace unas horas en la calle, y va a tener que ser una carta corta porque esta cosa es muy gruesa, aunque podría usar el lápiz de sombras, sí, eso haré, y comeré unas tostadas con mermelada antes, no quiero morir con hambre, aunque tal vez sería mejor comer algo más ligero porque la dieta, que me importa la dieta en este momento si ya no me va a servir para nada poder entrar en el vestido para la boda de mi hermana que es la próxima semana, que envidia, tan buen hombre que es su futuro esposo, no como yo que no tengo a nadie importante en mi vida y ya están las tostadas que más da un par de calorías extras, seguro que las bajo con la caída desde aquí, ah, el maquillaje lo dejo a un lado, no creo que sea necesario ponérmelo siendo de noche, con las justas van a distinguir mi cabeza del resto de mi cuerpo estampado contra el suelo.

Media hora antes de terminar los preparativos tomo la decisión de quitarme la vida de una vez por todas. Ya lo había pensado antes, pero nunca era realmente en serio. Es más, no pensé que verdaderamente llegaría a tal extremo hasta este mismo instante en el que estoy totalmente resuelta y es que ya no aguanto más este mundo. Todo está vacio, por donde lo mires, los hombres y mujeres que caminan por la calle o van en sus autos, los niños en el parque, la sociedad humana en general, siento que fuésemos un conjunto vacio. Salvo porque estoy yo ahí y soy consciente de lo efímera que es esta vida. Ya ni siquiera me importa lo que me ha llevado a enfrascarme en este viaje sin retorno hacia el más allá, lo único que importa ahora es que tengo que llevar a cabo este objetivo hasta su realización, y será la actuación más exitosa que haya hecho durante mi vida; no solo voy a morir sino que he de hacerlo con gracia y estilo.

Dos horas antes de saltar del balcón estoy en un ensayo que había salido terrible, como todo en mi vida desde que tengo uso de memoria. Oh bueno, no es que todo haya sido siempre así, de hecho mientras me equivoco en mis líneas pienso en aquel tiempo en el que era una actriz muy solicitada y todo era armonioso en mi vida. Esa si que fue una época feliz y mientras que el director me reprendía, yo hacía como que lo miraba a los ojos pero en realidad mi mirada estaba atravesando tiempo y espacio, transportándome a esos días despreocupados cuando todavía no comprendía que el mundo está lleno de cosas que meramente aparentan ser pero que nunca, nunca son lo que uno cree. Era solo yo y mi actuación constante, el escenario gigante que es el mundo y el resto de actores que realizan sus papeles. Malditos todos aquellos que traicionaron mi confianza y me hicieron despertar al mundo, yo quería seguir siendo ciega pero me abrieron los ojos a la fuerza y ahora no puedo con la carga de mi soledad.

Cuatro horas antes de que viese el piso acercarse velozmente hacia mí (aunque era yo quien se acercaba), camino sin rumbo por la calle, dedicándome simple y llanamente a existir. Recordaba la época en que era joven y recién descubría que quería actuar; me parecía un mundo tan fantástico y glamoroso, no pensé que llegaría a odiar el tanto aparentar y que, cuatro horas contando desde aquí iría dejando un rastro de lágrimas mientras descendía hacia el inframundo, convenientemente situado en la vereda que da frente a mi edificio. Veo que muchos niños salen de clases y me detengo a mirarlos. Recuerdo que en el colegio tuve un pequeño novio, fue el mejor que he tenido en toda mi vida, pero no duramos mucho tiempo juntos; terminando aquel año, sus padres se lo llevaron fuera del país y nunca más lo volví a ver. Pensé que tal vez era hora de presentarme en el lugar del ensayo pues, aunque ya no disfrute mucho del actuar, es lo único que puedo seguir haciendo para ganarme la vida. Por suerte, a unos pasos de mí está el paradero del bus que me llevará a mi inevitable destino. Cuando llego, alguien más se para a mi lado, pero su rostro no se deja ver. Nadie más espera este bus así que probablemente pueda ir sentada, para variar. Pasan unos minutos y nada ha cambiado, sigo esperando al bus y el tipo que tengo al lado está como desconectado del mundo. Es raro pero me da mucha curiosidad y trato de hallar un camino hacia sus ojos cuando en eso llega por fin nuestro transporte. Es entonces que…

…Que sucedió. No se si todo ocurrió solo en mi cabeza, si fue finalmente mi imaginación la que creó las historias acerca de la actriz solitaria y del hombre del matrimonio fracasado o si realmente eran ellos quienes me habían contado a mi su historia, pero lo que sucedió a continuación ha quedado grabado en mi memoria para siempre.

Ambos subieron al bus sin realmente mirarse ni decir una sola palabra, pero como guiados por una fuerza superior, se dirigieron al mismo asiento y se sentaron uno al lado del otro. Lentamente, sus ojos llenos de una curiosidad inexplicable se fueron buscando hasta encontrarse. No hubo un solo ruido, ni gesto ni nada, pero para ellos dos, y para mí también, el resto del universo desapareció por unos instantes, como si todo lo demás hubiese existido solamente para llegar a aquel momento en el tiempo, cortando a través del pasado, presente y futuro y creando a partir de lo resultante un mundo nuevo. Ambos sonrieron, yo también lo hice aunque no podían verme. Como sincronizados, se levantaron de sus asientos y bajaron en el siguiente paradero. Luego vi por la ventana como aquellos dos extraños se miraron llenos de amor, se tomaron de las manos, y empezaron a caminar hacía una dirección que solamente ellos conocen.

Cuando ya no los vi más por la ventana, me bajé yo también, decidido a seguirlos y entender lo que había sucedido. Sin embargo, al bajar del bus me di cuenta que ya había llegado a mi casa, y con esto venía el temor que ella representaba. Tenía el rostro oculto entre mis manos, una reacción que no pude controlar. Levanté la mirada y contemplé la casa. De pronto, como afectado por el desfase en la realidad ocurrido durante el encuentro de ambos desconocidos, en vez de representar miedo, la fachada de mi casa estaba llena de posibilidades esperando ser realizadas. Alguien había pintado la puerta de un verde claro muy bonito que me invitaba a pasar. Dejando escapar al pasado y los temores por el mismo lugar que se fueron las vidas de esos dos, abrí la puerta y di un paso adelante.

domingo, abril 01, 2007

Manchita y la revolución caliente

Gran exposición de metodología cualitativa bailable
















Fecha del evento:
4 de abril de 2007

Lugar:
clase de metodología cualitativa

Costo: 4 créditos

Organiza: Fanny Muñoz

Probabilidad de hacer mucho roche: 110%
Veredicto: No se lo pueden perder (aunque yo quisiera perdermelo)

En otras noticias un tanto relevantes, acabo de borrar como 3 posts casi terminados, en parte porque me entró la locura y por otro lado, tenían mucho potencial de quemadez inherente para la cual no está preparada la humanidad todavía así que me los repensaré para luego, cuando estén menos dañinos para la salud mental.

P.D. Se que la edición de foto está malisima pero quiero ver que alguien me enseñe una forma de hacerla mejor estando echado boca arriba con la laptop apollada en el piso 20 cm más abajo y sin un mouse a la mano.