martes, abril 10, 2007

Oye, escucha


Me parece que hay un capitulo de Duckman en el que se dan cuenta que hay que resolver los problemas pequeños en vez de los grandes y llegan a una especie de paraiso utópico. Me viene a la mente siempre porque por lo general yo también creo que es vital resolver los problemas pequeños que aparecen en la vida cotidiana ya que es a partir de ese momento en que solucionar el resto de problemas de escala mayor se vuelve posible.

Si lo pequeño es tan (o a veces más) importante que lo grande a nivel de problemas, la misma lógica se puede aplicar para otras cosas. Lo que me lleva al caso concreto del que quería hablar, que es el de la habilidad para escuchar a las personas.

Si de algo me puedo jactar es que se escuchar y tengo paciencia, nada más sobresale del conjunto de mis destrezas. A mi siempre me pareció que ambas eran cosas de poco valor, que se perdían dentro del amplio rango de super-habilidades como calcular el diámetro de la tierra mentalmente, memorizar toda la biblia, escalar montañas con una sola mano, poder levantar un auto, o yo que se, todo eso que sabe hacer el resto del mundo y para lo que no soy muy bueno que digamos. Pero a cada rato se me confirma lo contrario, es decir, resulta que por algún motivo la sociedad humana ha sobrevalorizado el valor de poder escuchar lo que el resto dice. Por algo será.

Se me hace irónico que estando en plena revolución de las telecomunicaciones, yo aquí sentadito en un rincón encontrandome a veces medio solo, sienta que toda esa masa de gente que está cada vez más interconectada y con menos cables de por medio está desesperada por conseguir un oido amigo que les preste si quiera unos minutos de atención. No lo consiguen, supongo, y es tal vez por eso que las telecomunicaciones avanzan al ritmo que lo hacen, los servicios de hot-lines siguen vivos y los robots ponjas cada vez entienden más cosas (luego escribiré sobre Papero, mi robot más favorito de toda la historia); a falta de humanos que lo hagan eficientemente, vamos a hacer lo mismo de siempre: construir máquinas que lo hagan mejor que nosotros y que eventualmente nos reemplazarán por completo.

Yo digo, ¿qué tan dificil es sentarte un ratito a prestarle atención a un problema ajeno? A mi la verdad no me cuadra, si es algo elemental, pero será por eso que tampoco me doy siempre cuenta del valor que otros le asignan a tal habilidad. Pensando en concreto, ¿qué se necesita para poder escuchar a otro? Se me ocurre una pequeña lista de cosas que se pueden conseguir facilmente en la cocina del hogar o en uno mismo (a lo Beakman):

  • Un par de oidos, de preferencia bien limpios para mejorar la recepción, aunque también funciona si es que solo se tiene uno y está medio cochinito.
  • Un espacio y un tiempo, que son bien faciles de conseguir. Está el viaje en micro, caminar hasta la maquinita de café, por dios, las llamadas por teléfono, siempre hay tiempo y espacio.
  • La habilidad para comunicarse, la cual se aprende casí sin que uno se dé cuenta. Eso y entender el idioma del hablante, que puede ser un poco más dificil, aunque para eso también existe el lenguaje corporal que mal que bien es casi igual en todos lados.
Esos serían los ingredientes más básicos para poder escuchar... o en realidad eso nos sirve para oir, transmitir, etc. Mmm, supongo que entonces los ingredientes principales son dos y ya son de índole más complicada: voluntad y la capacidad de comprometerse.

Voluntad, porque para poder escuchar a la persona tienes que querer hacerlo. Así tan elemental como suena, esto es algo que se aplica a todo y que muchos, MUCHOS, no entienden, por eso estudian carreras que no quieren, hacen cosas que no quieren, usan ropa que no quieren y se comportan de formas que no les parecen sólo para no tener que hacer el esfuerzo que requiere pararse uno mismo y decir "esto quiero hacer y lo hago".

La capacidad de comprometerse, porque escuchar no es simplente sentarte ahí a que las palabras que el otro dice te entren por los oidos y den vueltas alegremente en tu cabeza, no. Cuando se escucha, se establece un compromiso con la otra persona y los problemas ajenos se hacen propios, al menos por un momento. Es probablemente esta capacidad para transformarte por unos momentos en portador de parte de los problemas ajenos y alivianar la carga para que el otro pueda trabajarlos, en donde reside el valor que veo que se le está otorgando al poder escuchar. Hoy en día está de moda no hacer nada que no sea en nuestro favor. ¿Qué me voy a poner a escuchar a alguien si ni tiempo tengo yo para mis cosas?

Entonces, de vuelta a lo que decía inicialmente, para resolver los problemas grandes que aquejan al mundo de hoy que se nos está yendo rápidamente al diablo, es preciso que aprendamos a escucharnos mutuamente. Es, pienso yo, el primer paso para un mundo más simpático (en donde el servicio no esté tan demandado).

1 comentario:

ff dijo...

Este post me ha caido a PELUCHE